SOBRESCRIBIR ENLACES DE AYUDA A LA NAVEGACIÓN
Sáb, 01/07/2023 - 06:00
ALBERTO BEJARANO ÁVILA
Forjar identidad política para lograr cohesión social regional y peso político nacional. Del asunto de la identidad política tolimense no debatimos, tal vez por juzgar que la política ya se inventó y que es inmutable y por ello a los políticos que ejercen esa política les confiamos la conducción del progreso tolimense y eso es un disparate, pues si la política “es la actividad orientada de forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo (sociedad) para alcanzar ciertos objetivos” y, sí en el Tolima esa política es inmutable, ¿sobre qué tesis novedosas de sociedad, territorio, economía y futuro podríamos los tolimenses construir acuerdos para lograr la prosperidad y, de esas tesis, las bases éticas y los ejes programáticos que deberían respetar y acatar quiénes buscan nuestros votos para conseguir dignidades o curules?
Amplío lo dicho despejando cuatro enigmas: ¿Cuál es el proyecto político
concreto que cada partido político colombiano tiene para rehacer al Tolima?
Ninguno ¿Qué ideología une a los políticos tolimenses a sus partidos? ninguna.
¿Entonces qué liga a los políticos tolimenses a los partidos? Avales. ¿Qué
ideas cardinales para restaurar al Tolima comparten los políticos tolimenses?
Nada. Como conclusión digo que la política tolimense es una farsa que de tanto
usarse (más la falta de espíritu crítico) impide ver al regionalismo como
dimensión política posible y por tanto como única manera de conciliar ideas de
desarrollo con política y política con políticos; así moriría el mesianismo, las
mentiras, el clientelismo, el abuso del erario, el “voltearepeo” electorero, la
mera casuística y Tolima sería región políticamente organizada, participativa y
seria y, lógicamente, el horizonte de los tolimenses se despejaría.
La pseudo política impide comprender que, así como la gente torpe aúpa
el personalismo o narcisismo para construir atraso, la gente idónea se une para
construir progreso y si esto es verdad, entonces el regionalismo debe adquirir
connotación política guiada por un liderazgo colectivo ético y con fines
cardinales. Como no tengo apetito electoral, narro una anécdota: hace años
milite en un partido nacional progresista, al que renuncié porque un día
propuse que fuese partido federado, es decir que se escindiera para que en cada
departamento del país se instituyera un ente jurídicamente autónomo, con
proyecto político concreto para su región, estatuto propio y que, esos 32
partidos, crearan la confederación de partidos con el mismo nombre, pero,
sépase, mi propuesta no mereció siquiera acuse de recibo.
Federalizar partidos políticos es opción inviable porque los partidos
son fortines de caciques que con avales titiritean a los “políticos”
regionales, y claro, con una política descentralizada y con ideas de
territorio, sociedad y futuro, el caciquismo jurásico se extinguiría y una
nueva era de regiones y país empezaría. Por ello sugerí a aspirantes dizque
progresistas (a otros ni pa’ qué) fundar el partido regional que ofrezca
identidad política y peso político nacional y guíe la construcción del Tolima
moderno y próspero, pero, sépase, mi idea no tuvo siquiera mínima cortesía
porque el progresismo tolimense vive en promiscuidad. Continúa…
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