CONTRACORRIENTE (VI)
SOBRESCRIBIR ENLACES DE AYUDA A LA NAVEGACIÓN
ALBERTO BEJARANO ÁVILA
Decía atrás que solo una implosión federalista eliminará al gamonalismo en los territorios y al feudalismo centralista e iniciará la construcción de un país moderno y justo.
Esta premisa es punto de partida para entender por qué el Tolima tiene
que hacer un vuelco de 180º en sus creencias, pues las pobrezas físicas y el quebranto
moral que padecemos son evidencia palmaria de que algo anda mal en nuestro
pensamiento sobre cómo construir prosperidad social. Uno evitaría antipatías y
lograría elogios sumándose al parloteo de naderías o clichés y omitiendo que el
quid del progreso tolimense solo se hallará en el pensamiento complejo de
sociedad, territorio, historia y política, pero no, iremos contracorriente
porque el camino que hemos andado, por más de cuatro décadas, no lleva a lugar
alguno, o tal vez sí, al atraso.
Argüir qué el progreso tolimense depende de nuestra propia voluntad y no
de la voluntad nacional exige despejar el dilema centralismo o
descentralización, tema vedado en el Tolima porque el gamonalato hegemónico de
turno se entroniza gracias a la ceguera política, pues en concubinato tácito
con caciques partidistas del orden nacional finge intermediar ayudas del Estado
para mostrarse redentor del Tolima, cuando realmente está arrasando el sentido
histórico, identitario y territorial para que seamos una región indefinida
ideológicamente y por tanto gregaria y sin peso político. Por codicia o inopia
mental, ningún liderazgo político admitirá que el progreso es cuestión de honor
tolimense y que lo alcanzaremos solo cuando entendamos que nuestra visión
política debe ser bidimensional y no unidimensional, como siempre lo fue, es
decir, que solo construyendo prosperidad tolimense contribuiremos a la
construcción de un país próspero y no al revés y que ello obliga un rotundo
cambio mental.
Es políticamente correcto creer que la cultura centralista del
desarrollo impide que surja la cultura correcta del desarrollo tolimense,
dicotomía que por pereza y miopía no resolvimos y se convirtió en enfermedad
terminal dilatada en el tiempo que seguirá causando atraso y desgracias a los
tolimenses, incluidas las generaciones futuras y, por ello, debemos construir
un espíritu tolimensista fundado en la autonomía regional para sentar bases de
cambio en el Tolima y así ayudar al cambio en Colombia. Es axiomática la
necesidad de cohesión social en el Tolima y ello es posible conciliando
derroteros de progreso tolimense, así discrepemos en los derroteros nacionales
(unidad en la diversidad), pues convivir solo en discrepancia es salvajismo
torpe en tiempos modernos que impide construir acuerdos de progreso.
Regionalismo no es desacuerdo con el país, es reencuentro con nosotros
mismos para crear un inclusivo modelo socioeconómico fundado en cooperación o
cultura asociativa, espíritu emprendedor, fomento empresarial para la región de
dueños, estructura financiera y claro, privativa posición política nacional y
global y, pertinente (subrayo el pertinente) educación para el desarrollo,
innovación, investigación, tecnología. Ver al Tolima solo en el espejo del país
convirtió nuestra cotidianidad en sombra sin criterios y en veleta sin norte.
Continúa…
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