ALBERTO BEJARANO ÁVILA
De regreso y parado en la raya porque siendo realmente posible un quiebre histórico para empezar a construir un Tolima cohesionado, inclusivo moderno y próspero, es inaceptable que las causas y complicidades de su atraso social y económico tengan que pervivir hasta el fin de nuestro tiempo.
Por tal razón y, como debe ser, sin encubrir en retórica insulsa ningún interés electoral, continúo la tarea de investigar y proponer las coordenadas ideológicas o un pensamiento estructurado que pueda generar el desarrollo tolimense, sabiendo que en el presente será esfuerzo inútil, pues cuanto diga será desoído o ignorado porque el espacio que debe ocupar la gran política restauradora sigue ocupándolo esa politiquería promesera que aupando intereses personalistas empeorará nuestra realidad social y económica.
Sin duda nuestra región cuenta con personas sensibles e inconformes que quieren forjar la restauración moral, económica y social del Tolima, pero, con respeto lo digo, ese potencial renovador se dilapida porque no exalta y antepone ideas políticas regionalistas a lo electoral y por ello seguimos creyendo que la solución está en “el candidato ideal” (¡ese sí!). Es cierto que la honradez debe derrotar la “largura de uñas en la política”, pero esto solo será posible si admitimos que también la honradez es intelectual, pues quién engaña y dice pendejadas, así no robe, igual hace grave daño al Tolima y, por ello, el remedio no es el mesianismo sino un modelo político con ideas estructuradas, coherencia, democracia y liderazgo orgánico.
El personalismo en política es una aberración y por ello planteo la que creo es inequívoca lectura de cara a las elecciones de octubre: en el Tolima no existe una convergente corriente progresista cohesionada por ideas para construir el futuro digno sino una estampida caótica e inconexa de individuos que solo coinciden en ínfulas, mesianismos y talante gamonalesco; hoy 47 municipios tolimenses parecen “Torre de Babel”; miles de aspirantes, sin ton ni son, cada uno por su lado, con palabrería vacía y efectista, sin unidad política y carentes de ideas sustentables de desarrollo regional, buscan apoyos y avales.
El ayer enseña (¿o no?) que el “yoìsmo” electorero arruina al Tolima y que, para rectificar, debemos ir contracorriente, es decir, hacia arriba y no hacia abajo, adonde solo se “busca al ahogado”.
En varias páginas y a modo de ensayo plantearé cual es, a mi juicio, el sustrato esencial para eliminar tanta maleza y alucinación y hacer del Tolima territorio fértil y firme para “sembrar y cosechar desarrollo”. Cuatro son los componentes irremplazables o principios activos que, en mixtura, darán vitalidad social, mental, moral, económica y política a nuestra región; de ellos me he ocupado antes, pero cometiendo el error de abstraerlos y no mostrarlos como elementos que solo fusionados serán efectivos y sin advertir que, de no aplicarse, el Tolima seguirá siendo estéril, decadente y rancio. Por escribirse a modo de ensayo, al amable lector que desee conocer y enriquecer este planteamiento le sugiero conserve las páginas porque podría ser necesario releer el principio para sopesar la propuesta concluyente. Continua…
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