Por OSCAR BARETO QUIROGA
El domingo 16 de febrero de
2020 escribí una columna de opinión que titulé “De la ideologización y la doble
moral”, allí dejé plasmado mi criterio frente al manejo de lo público que
quiero transcribir por la vigencia que recobra: La defensa del patrimonio
público y medio ambiental, el bienestar general deben prevalecer en términos de
equidad; debe desterrarse del ejercicio público, el favorecimiento a los
intereses particulares, las decisiones de cualquier autoridad pública, deben tener
la contundencia de la justicia social, para proteger los bienes supremos del
Estado, que son de todos, no de unos pocos.
Y es que algunos, reitero,
han querido llevar la defensa de los temas ideologizándolos, para dividir la
sociedad y polarizarla con fines politiqueros, de luchas de clases, de
generación de odios. No es cierto que quienes se hacen llamar de izquierda o
liberales, son solo los defensores del medio ambiente, o aquellos quienes se
hacen llamar de derecha, solos son los defensores o dueños de la seguridad y
así con muchos temas.
Creo cada vez más en la
sabiduría popular, en la fuerza de los hechos, en la capacidad para hacer, en
los resultados, menos en la retórica, el discurso que engaña, la ideologización
que polariza buscando intereses individuales; creo cada vez más, que a los
ciudadanos no les importa la ubicación cardinal de las ideas, sino que estas
lleven a acciones que mejoren su calidad de vida, no les importan las
remembranzas históricas adornadas con un lenguaje rimbombante y lúcido o los
grandes abolengos. Nuestra realidad es más profunda, va más allá del criterio
de los privilegiados, quienes tienen el poder deben ejercerlo para beneficiar a
todos, especialmente a los que menos tienen y más han sufrido.
En contravía de los
agricultores tolimenses, de nuestros campesinos, uno de esos privilegiados por
la burocracia, sin consideración y sin vergüenza, sin ponerse rojo en la cara
como el color de su partido, frente a los ciudadanos, entregó licencia
ambiental a la famosa “Hidrototare”, para la construcción de la hidroeléctrica
sobre el río Totare, en jurisdicción de los municipios de Anzoátegui, Santa
Isabel, Alvarado y Venadillo, con efectos nocivos en toda la región, un
proyecto de generación de energía, que implicaba la intervención de más de
siete kilómetros, en una zona altamente productiva en caña de azúcar, aguacate,
café, plátano y arroz. Un crimen social y ambiental en nuestro territorio, que
afortunadamente fue evitado, por un equipo que a su llegada a Cortolima fue
tildado como corrupto y de derecha. Ahí está la fuerza de los hechos, la
contundencia de las decisiones, el hacer para beneficiar de manera real el
medio ambiente del Tolima, más allá de la retórica y la doble moral.
Adenda: Matrícula cero, es el resultado de un proceso administrativo transparente, austero, eficiente, una expresión de nuestros gobernantes sobre sus voluntades y su criterio frente a la educación pública. Llegó la hora de hacer más, de añadirle más páginas a esta “Nueva Historia” en la UT.
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