Los opositores al gobierno del cambio
deben aceptar la inédita metodología para acercar al gobierno nacional al
Tolima, pues, sin mayor injerencia politiquera, la gente indicó acciones
precisas al gobierno central, acciones que merecen trazabilidad y por ello
sugiero que “Ibagué Como Vamos”, Comité de Gremios, ADT u otra instancia no
pública, compendie, divulgue didácticamente, haga seguimiento e informe
metódica y periódicamente al Tolima de los avances, contratiempos y ajustes.
Fácil era entender que, a diferencia
de gobiernos anteriores, el gobierno del cambio traería oportunidades al
Tolima; ahora el “balón queda en nuestra cancha” y ahí es donde surge la duda
sobre si el Tolima lo aprovechará o si el diálogo vinculante con el gobierno
central será una anécdota más del sin fin de blablablás sobre el progreso
regional. Por conocer la “índole política del Tolima”, por adicción a la utopía
y por espíritu propositivo, hace pocas semanas, en esta columna, sugerí
ingenuamente al comité de gremios instituir “el colegio rector del desarrollo
tolimense” para que, con rigor y alcance, rastreara otros ejercicios
prospectivos, lo mismo que hoy debe hacerse para que el diálogo vinculante no
sea otro fiasco a lamentar, y no por culpa del gobierno Petro, sino por
nuestras propias y nunca corregidas culpas.
Es verdad, y esto debería ser
advertencia obligada en todo discurso o conversación sobre el desarrollo, que
si las “genialidades prospectivas” y las palabras de compromiso o promesas, tan
abundantes en nuestro vetusto y turbio mundillo político, no tienen conexión
verificable y calificable con acciones que se emprendan en el inmediato futuro,
entonces lo que adrede o bobamente estaremos prohijando es esa demagógica
charlatanería propia de la arraigada y narcisista lógica electorera que
convierte las visiones de futuro, los esfuerzos prospectivos y la planeación
pública en un “canto a la bandera” que nos condena a no tener futuro.
Creo un deber decir que un impacto
decisivo y sostenible sobre los índices de desempleo e informalidad exige ver
el desarrollo tolimense desde perspectiva más compleja y el reciente diálogo
vinculante podría ser un buen inicio, si no le perdemos la pista, y de ahí mi
comedido consejo de trazabilidad ya propuesto. Por lo dicho, en lo personal y
por muchos días, estaré observando el desenlace de la promesa ministerial de
“impulsar el empleo sin precarización laboral”, pues, para mí, podría ser una
gran lección de economía o, como temo, pudiera ser apresuramiento de nuestra
apreciada ministra por desconocer cómo se plantea en el Tolima la ecuación
sociedad, política y economía, ecuación que jamás se despejo de forma correcta
porque nuestros doctos progresistas persisten en su errado planteamiento, el
mesiánico yo, porque se resisten a comprender que el planteamiento correcto es
el sinérgico nosotros.
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